Ser Primera Dama no es solo un título, es toda una labor
A raíz de la polémica que generó una supuesta petición de la Primera Dama de Colombia, María Juliana Ruíz, al solicitar al Archivo General de la Nación que se escribiera y publicara un libro autobiográfico, varios sectores y la opinión pública se pronunciaron al respecto. Tanto así, que existe conllevo a generar una propuesta para que se elimine este rol.
Congresistas como de la oposición como David Racero consideran que la figura debe desaparecer ya que genera muchos gastos al país y su labor no es útil. Así mismo, en sus redes sociales ha enfatizado que «ni una mujer por el hecho de ser la compañera de vida de un presidente o de un alcalde, debe renunciar a su vida profesional para asumir un rol que no existe constitucionalmente; ni el país debería destinar recursos públicos para atender sus gastos”.
Sin embargo, actualmente, más allá de ser una simple figura pública y que su papel no esté definido ante la legalidad de la Constitución, no quiere decir que ellas no desempeñen funciones externas que beneficien a la sociedad. La figura de la primera dama de la Nación se comenzó a utilizar en Colombia desde 1934. Cabe destacar que este rol no es un cargo sujeto de elección, ni tiene obligaciones oficiales, ni es remunerado. La primera dama más allá de ser la esposa del presidente de la nación asiste a ceremonias oficiales y a recepciones de Estado como símbolo o representación de la mujer.
Desde 1994 la Corte Constitucional determinó que, aunque tradicionalmente la primera dama no desempeña otro empleo fuera de sus labores oficiales, sí es posible que una Primera Dama ocupe cargos públicos que no sean de nombramiento directo del presidente, de sus ministros, jefes de departamento, gerentes o directores de entidades descentralizadas. Asimismo, la Corte señaló que la Primera Dama puede tener iniciativa en materia de asistencia social y en labores de beneficencia o en actividades análogas.
Por otro lado, el concepto 015491 de 2020 de Función Pública indica que «el papel que cumple la primera dama es meramente particular frente a la administración pública, con ello no está facultada para realizar algún tipo de contratación, supervisión o manejo de personal, ya que como se dispuso en la jurisprudencia citada, en su calidad de cónyuge del alcalde de un Municipio, podrá acompañarlo en el desempeño de tareas protocolarias, o tener iniciativa en materia de asistencia social, en labores de beneficencia pública, o en actividades análogas», advierte.
De este modo, la Primera Dama como gestora social no desempeña un cargo público, ni tiene la calidad de servidora pública. De esta forma, para el año 1999 fue creada la Red de Gestores Sociales, un instrumento para organizar y canalizar el potencial de movilización social y de convocatoria que tienen los cónyuges de los gobernadores nacionales, departamentales y municipales, desde su labor de voluntariado, en su papel de gestores de programas sociales que facilitan procesos e impulsar el desarrollo de políticas públicas en beneficio de las poblaciones más vulnerables.
Ya para 2003, mediante el decreto 519, se creó la Consejería Presidencial de Programas Especiales con la finalidad de apoyar al Gobierno Nacional en sus objetivos y la Red de Gestores Sociales se incorpora como uno de sus programas, enmarcado en el área de movilización social y participación comunitaria, lo que permitió que se ampliara el objetivo de la Red de Gestores Sociales (creado en 1999), al logro de una articulación de las instituciones locales y la Sociedad Civil, con el convencimiento de que la labor de la Red tiene que ver con la coordinación, gestión, cooperación, convocatoria, socialización y divulgación de la oferta social con que cuenta nuestro país.
De esta forma, todas las primeras damas como María Juliana Ruiz Sandoval, desde 7 de agosto de 2018 cuando se posesionó el presidente Iván Duque Márquez, cumplen el papel de gestoras sociales en el país.
El análisis de este rol es importante y necesario porque permite dar cuenta de qué representa y cómo influye en las decisiones del gobierno. Para empezar, hay que tener en cuenta dos cosas: la primera, existe un vacío institucional para entender las responsabilidades de la primera dama, es decir que en la legislación actual hay carencia de normatividad sobre sus funciones. Segundo, existe una crítica por reproducir las relaciones tradicionales de género, donde la primera dama es entendida como una madre de la nación.
El término ‘primera dama’ se entiende desde tres puntos: origen, contexto y relevancia. Primero, el contexto en el que habita es el presidencialismo, como modelo y representa junto al presidente la unidad. Semejante a lo que sucede en una familia tradicional, donde hay una cabeza de hogar.
La primera vez que se habló de la primera dama fue en Estados Unidos en 1877 y las diferenciaban como: ‘ellas’, ‘las mujeres del cuerpo diplomático’ y ‘la mujer del presidente’ entre otras; ello sin incluir mayor detalle sobre su influencia, dejando su papel registrado únicamente en los ‘cromos’, las revistas del momento. Al rastrear la expresión Primera Dama, encontramos referencias a que ésta se utilizó por vez primera, en un sentido similar al actual, en 1877, por Mary Clemmer Ames, quien al relatar lo ocurrido en los actos de posesión del presidente de los Estados Unidos de América, Rutherford B. Hayes, acuñó la expresión The first lady of de land para referirse a Lucy Webb Hayes, su esposa.
También encontramos que con frecuencia se remite el origen de la expresión a 1911, año en el cual se estrenó la obra de teatro de Charles Frederic Nirdlinger acerca de Dolley Dandridge Payen Todd Madison, esposa de James Madison, presidente de los Estados Unidos en 1809; la obra, anunciada y comentada en los periódicos, se llamó The First Lady of the Land. De acuerdo con lo anterior, la Primera Dama es una formación institucional que adquiere labores por medio de la costumbre y que lleva a cabo un rol marcado por el acompañamiento y la reproducción del rol de cuidado de la mujer.
Desde distintas disciplinas y enfoques se ha estudiado el rol de la Primera Dama; no sólo desde la ciencia política, sino también desde la sociología, la historia, la comunicación, entre otros. Desde la comunicación es posible encontrar el trabajo de Xinyusn Wang, “Social media, Politics and Gender”, donde se explora la formación de la imagen femenina y se cuestionan, por ejemplo, los roles de género en las redes sociales y medios de comunicación donde se menciona sólo uno de los miembros de la pareja y la forma en que desde el discurso se encuentra reconocimiento.
Por otro lado, en “Treatment of First Ladies in American Government and Presidency Textbooks: Overlooked, yet influential, voices”, de Anthony J. Eksterowicz and Robert P Watson (2003), se introduce el estudio de la primera dama y se destaca, como con Watson, el papel que tiene al lado del presidente. Es así como, las funciones de la primera dama no están siempre especificadas en las cartas de Derechos o en las constituciones; sino que, estas tienden al desempeño de las labores de acompañamiento, cuidado y promoción de las labores del presidente.
Su papel en Colombia
Muchas veces los medios de comunicación se dirigen a ellas bajo características que destacan “su distinción, su discreción, su prudencia, su participación en la vida social de los presidentes, su desenvolvimiento en la vida doméstica y familiar, su protagonismo en obras de asistencia y caridad, su desenvolvimiento en actividades de socorro a personas afectadas por desastres” (Zenaida, O. Banco de la República).
Entonces el rol que desempeña puede decirse que tiene dos características que lo determinan, el liderazgo y la capacidad de hacer agenda. Ambos dependientes el uno del otro, pero tienen formas diferentes de expresarse.
Se puede decir que el liderazgo es una forma de poder político por medio de la cual se exaltan las características del líder en función de causas virtuosas o no y que se expresa en cualquiera de las tres formas lo carismático, lo tradicional, y lo legítimo. Así pues, hay una crítica que entiende el liderazgo desde un enfoque autodenominado femenino, que puede ser comprendido en relación con su valor educativo, empoderado y nutritivo para sus seguidores, o quienes lidera.
Muchas de las primeras damas del país, se han caracterizado en nuestro país ha sido por trabajar en programas sociales en pro del beneficio de la comunidad, sin embargo, muchas de ellas llegan a la Casa de Nariño sin saber qué hacer y con el paso del tiempo la gente las busca para trabajar en proyectos sean por la salud, por los desastres naturales u otro. Para algunas irrumpir en la vida pública de la noche a la mañana, sin una estructura de apoyo clara y sin soporte legal alguno, resulta complejo y difícil.
Ante esto, se toman muy en serio su papel y con la frente en alto, asumen proyectos que requieren la atención y el apoyo para millones de ciudadanos. En el caso de María Juliana Ruiz, la actual primera dama de Colombia, trabaja en proyectos de educación, cultura e innovación, enfocados en los niños del país. Mientras que, María Clemencia Rodríguez, esposa de Juan Manuel Santos, se dedicó a trabajar por la ampliación de la atención integral a la primera infancia. Rodríguez apoyó la estrategia ‘Colombia Humanitaria’. Durante el mandato de su esposo, ‘Tutina’ tuvo un gran interés por los temas sociales.
Lina Moreno, esposa del ex presidente Álvaro Uribe, lideró la Consejería Presidencial de Programas Especiales y dirigió el Programa de Promoción de Derechos y Redes Constructoras de Paz. Moreno se involucró también en temas culturales y de salud sexual y reproductiva.
En el caso de Nohra Puyana, durante el gobierno de Andrés Pastrana, ejerció un papel muy importante, ya que lideró diversos proyectos que beneficiaron a los más necesitados. Con sus obras ayudó a los niños del país, creó espacios deportivos y abrió ludotecas en distintas regiones del país. Fue presidenta de la junta directiva del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y apoyó a la fundación Nutrir. Otra primera dama a destacar es Jacquin Strouss Lucena, esposa del expresidente Ernesto Samper, quien creó los Hogares Comunitarios Empresariales. Strouss, que fue presidente de las juntas directivas del ICBF, trabajó a favor de los enfermos de VIH y de los niños de la calle. Ayudó en la creación del Ministerio de Cultura.
Finalmente, el debate está sobre la mesa. ¿Deben trabajar las primeras damas en programas sociales con discreción o ser protagonistas? Algunos expertos opinan que no están de acuerdo con que ellas asuman labores sociales, ya que de alguna manera podrían llegar a sustituir las funciones que desde el Estado ya están cumpliendo otras instituciones.
Otras, como la excandidata vicepresidencial del Polo Democrático Clara López está de acuerdo con la existencia del despacho de la Primera Dama, pues asegura “que más allá de lo simbólico, debería tener un apoyo estatal para realizar ciertas labores que pueden determinarse dentro de un marco legal de atribuciones. Hoy muchas de ellas tienen que ver con temas sociales, de representación cultural y demás. Todo depende de sus intereses y las proyecciones de cada persona, pero podría ser como las facultades que tiene el vicepresidente en las funciones que le asigna el Presidente de la República”, recalca.
Ellas como todas las que estuvieron antes, siempre realizaron papeles que se destacaron en la sociedad y su trabajo ha marcado los corazones de miles. Sin recibir nada a cambio, se llevan las sonrisas y la gratitud de quienes reciben su ayuda; muchas son admiradas, otras son criticadas, pero al final no prestan atención a los comentarios, solo a su trabajo, ese al que le ponen el alma hasta el último día de gobierno.