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SOY LIBRE

Protestar jamás será inoportuno, no cuidarse sí lo es

Quizá para muchos la pandemia ha sido más dura que para otros en diversos aspectos, económicos, sociales, salud, educación, etc., pero en circunstancias como las actuales hay actuaciones que son cuestionables como salir a marchar.

Todos tenemos derecho a salir a protestar, más con golpes a la economía como el más reciente en nuestro país, la famosa Reforma Tributaria o “Ley de Solidaridad Sostenible”, sin embargo, es de tener en cuenta que la salud colectiva también prima sobre cualquier derecho.

Ese popular dicho ‘después de la tormenta siempre viene la calma’, muy probablemente no se hará realidad una vez que el coronavirus deje de estar en el centro de todas las preocupaciones. Hemos visto cómo los ciudadanos de a pie se les ha olvidado las medidas de bioseguridad, han bajado la guardia, se han relajado bastante y hoy lo vemos reflejado en el aumento de casos y muertes por covid en el país.

Por lo pronto, la relajación de ciertas restricciones vinculadas a las cuarentenas con las que los gobiernos de la región han tratado de contener al virus, ya ha coincidido en varios países con nuevos brotes y ahora se suman los brotes de protestas. En algunos casos, estas se han presentado como reacciones a «nuevos» problemas derivados de la pandemia misma; en otros, las viejas reivindicaciones y tensiones que quedaron pendientes por la llegada de la pandemia hace un año.

 América Latina

En América Latina, la pandemia ha exacerbado los problemas socioeconómicos, especialmente entre los sectores de la población que dependen de la economía informal. Colombia no es ajeno a ello e igual que todos los países la crisis se ve reflejada en los sectores de más bajos recursos y la clase media. Reactivar la protesta social es un derecho democrático. Pero promover manifestaciones en las calles en medio del pico de la pandemia amenaza la salud de los colombianos.

El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades ha advertido que se deben “evitar actos multitudinarios innecesarios”. Sin embargo, la Constitución ampara el derecho a la protesta social. Pero las concentraciones masivas de personas resultan inoportunas en esta difícil coyuntura. Sobre todo, porque, por obvias razones, estos movimientos no permiten el distanciamiento físico, y algunos manifestantes usan incorrectamente el tapabocas, lo que pone en peligro su salud y la de millones de personas.

España

En España hubo un debate intenso por la marcha feminista del 8 de marzo que convocó a 120.000 personas en las calles de Madrid, pese a las advertencias sanitarias. Al ver lo ocurrido en Bogotá y Medellín, el presidente Duque advirtió que no era el momento para manifestaciones que terminan en actos de vandalismo y aumentan los contagios.

También es preciso tener en cuenta que algunos de los que salen a marchar buscan sembrar el caos y poner contra las cuerdas a los gobernantes, que afrontan la mayor emergencia sanitaria, económica y social en la historia reciente.

Europa

Este largo año está quebrando la paciencia y el pacto social en algunos países. Este sábado hubo una masiva protesta en Stuttgart, al suroeste de Alemania, en la que miles de personas repudiaron la vuelta de las medidas de aislamiento duras. Los manifestantes, la mayoría sin barbijos, marcharon del centro de la ciudad a una plaza e hicieron «caso omiso» a las indicaciones de la policía de mantener distanciamiento social y usar mascarillas. La policía eligió no intervenir y no hubo incidentes.

Turquía que también estuvo marcada en días pasados por marchas tuvo un récord de casos este viernes, con más de 42.000 nuevos contagios, y tomó medidas drásticas.

Estados Unidos

Estados Unidos se prepara para un cuarto pico, pues lejos de atenuarse, la propagación del coronavirus y la de sus nuevas variantes con la puesta en marcha de los distintos planes de vacunación a lo largo y ancho del planeta, la tendencia alcista de contagios se agudiza y hoy son más de 130 millones las personas que contrajeron la enfermedad.

En EE.UU. las marchas contra la brutalidad policial, por el caso de George Floyd, han sacado a miles de personas a las calles, lo que han hecho es surgir el espectro de nuevos brotes de coronavirus. Más de 100.000 estadounidenses han muerto por la COVID-19. La comunidad afroamericana ha sido particularmente afectada: se han registrado tasas de hospitalización y muertes que superan con creces las de los blancos.

La Universidad John Hopkins comunicó que el sábado Estados Unidos tuvo 70.000 nuevas infecciones y 967 muertos, lo que eleva el total a 30,6 millones y 334.106, respectivamente. El número es preocupante, porque se produce en medio de una campaña de vacunación exitosa, que ya alcanzó a un tercio de la población del país.

Ashish Jha, profesor y director del Instituto de Salud Global, dijo que más de la mitad de las infecciones por coronavirus se transmiten por personas asintomáticas, incluidas algunas infectadas que nunca desarrollan síntomas y otras que aún no saben que están enfermas.

El Departamento de Salud de Nueva York ofreció estos consejos a los manifestantes: “Usar mascarilla, usar protección en los ojos para prevenir lesiones, mantenerse hidratado, usar desinfectante para manos, no gritar y usar carteles, mantenerse en grupos pequeños y estar a una distancia de dos metros de otros grupos”.

En dado caso, que la policía use gas lacrimógeno para dispersar a los manifestantes, hacen que las personas lloren y tosan, y aumentan las secreciones respiratorias de los ojos, nariz y boca, lo que aumenta más la posibilidad de transmisión. Los esfuerzos de la policía para mover multitudes a través de áreas urbanas estrechas pueden resultar en acorralar a las personas más cerca unas de las otras, o terminar encerrando a las personas en espacios reducidos.

Colombia

Recientemente, las autoridades colombianas y el ministerio de salud han invitado a los ciudadanos a aplazar la marcha del 28 de abril en contra de la reforma tributaria; sin embargo, quienes quieran apoyar este día pueden hacerlo desde casa con cacerolazos, con pancartas en las ventanas, incluso si es parar la economía, así evitar salir y exponerse a focos de contagio.

La mayor preocupación es la que ha afectado a los expertos en enfermedades infecciosas desde que comenzó la pandemia, y es el arma secreta del coronavirus: que puede ser transmitida por personas que no presentan síntomas y se sienten lo suficientemente sanas como participar en las protestas.

La alcaldesa Claudia López ha manifestado en diferentes oportunidades que quienes promueven las manifestaciones en estos momentos tienen el interés de “desestabilizar” la salud y la democracia. Lo mismo piensa el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, quien agregó: “Los que saben de estas cosas aseguran que estas marchas no son contra el Gobierno nacional, sino que buscan que a los alcaldes les vaya mal. Lo están logrando, pero a qué precio: ayudando a diseminar más una pandemia que podría matar a sus propios padres y abuelos”.

Uno de los líderes políticos que más ha defendido la protesta social, el senador Gustavo Petro, en días pasados dijo que “Colombia va a salir a las calles, no hay ninguna razón jurídica que lo pueda impedir, es un derecho constitucional”. Su mensaje tiene algo de contradictorio porque, en su momento, se había opuesto a la apertura de centros comerciales, debido a que vienen aumentando los casos de covid-19 en la ciudad.

Si algo han podido observar los expertos en salud, es que las protestas masivas producen nuevos contagios que se ven reflejados solo días después, lo que impide hacer un cerco epidemiológico y hacer un seguimiento a las personas que estuvieron cerca al paciente en los últimos días.

Si bien muchos líderes políticos resguardan el derecho de los manifestantes a expresarse, instaron a quienes salen a protestar a usar mascarillas y mantener el distanciamiento social, tanto para protegerse a sí mismos como para evitar una mayor propagación del virus en la comunidad.

Es de tener en cuenta, que, aunque muchos manifestantes llevan tapabocas, otros no. El SARS-CoV-2, se transmite principalmente a través de las gotículas que se propagan cuando las personas hablan, tosen o estornudan; gritar y corear consignas durante una protesta puede acelerar la propagación.

En las marchas, por obvias razones, no respeta el distanciamiento físico, lo que aumenta la probabilidad de contagio de coronavirus. Cuando comenzó 2020, todo el mundo esperaba que en este año se consolidara el movimiento de protesta social, y las marchas incidieron en las decisiones del presidente Iván Duque. El 2019 cerró con multitudinarias manifestaciones, y la cacerola se convirtió en el símbolo de una clase media empoderada que reclamaba sus derechos pacíficamente.

En los últimos días, la tasa de contagios ha aumentado de manera significativa en todo el país, realizar aglomeraciones en estos momentos, sería crítico al no contar con la capacidad hospitalaria suficiente. La invitación es a cuidarse, a quedarse en casa y evitar que usted y los suyos resulten afectados por el virus.

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