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SOY LIBRE

La Revolución Molecular Disipada se refleja en Colombia

En los últimos días, durante el Paro Nacional que ya lleva siete días de protestas en el país, bloqueos, actos vandálicos y manifestaciones culturales o pacíficas, ha desencadenado que el gobierno tome medidas en sus decisiones económicas y también de orden público.

Sin embargo, hemos venido escuchando un término en medios de comunicación y de personajes políticos como Álvaro Uribe y senadores del partido Comunes: “Revolución Molecular Disipada”. Según Alexis López Tapia, entomólogo e investigador chileno, quien desde hace 15 años se ha dedicado a estudiar el proceso revolucionario en Chile y Latinoamérica, este concepto es una estrategia de la izquierda para tomarse el poder en América Latina con acciones, como cortar la normalidad de los sistemas de transporte público.

Esa misma estrategia, aplicada en Chile, estaría ocurriendo en Colombia con los daños a TransMilenio y la infraestructura.

Es un modelo que parte con una escuela filosófica francesa, la escuela de la deconstrucción, que estableció principios de cómo la izquierda en general podía llegar al poder y han tenido una incubación en todo el continente y en todo el mundo. Este modelo supone que se debe cortar el flujo de normalidad en los países donde opera.

Es decir, cortar flujos de movilidad, abastecimiento, laboral u otro tipo que entorpece la rutina cotidiana de un país. Este modelo que se ve reflejado en las recientes marchas que vive el país tiene varias fases, la primera que vive Colombia, es la de escalamiento, con un incremento de acciones de violencia, las cuales irán subiendo de nivel y de categoría con el tiempo.

Luego una etapa de copamiento, que es cuando la policía luego de estar conteniendo todos estos actos de violencia se ven copados o sin capacidad de respuesta por el cansancio o agotamiento y sin recursos.

Por último, una etapa de saturación, en la que el sistema entero se satura, no hay estado de derecho y empiezan a ocurrir enfrentamientos entre ciudadanos.

El origen del modelo

La teoría de Revolución Molecular en realidad es original del filósofo y psicoanalista francés, Félix Guattari, quien lo planteó como un sistema universal de lucha social y emancipación. Es uno de los cuatro principales autores de un nuevo modelo filosófico que se denomina “deconstrucción” y que se erige como una de las actualizaciones que ha experimentado el marxismo.

Guattari sostenía que “La revolución no se juega únicamente en el ámbito del discurso político manifiesto, sino también en un plano mucho más molecular, que atañe a las mutaciones del deseo y a las mutaciones técnico-científicas, artísticas, etc.”

Dirigió su trabajo a tratar de desmontar la lógica del dominio que rige los partidos políticos, las escuelas, los hospitales, la familia, la sexualidad, los medios de comunicación, es decir la institucionalidad pues, de acuerdo con su visión, es allí donde se miniaturiza y actúa con más énfasis la represión.

Advertía eso sí, que dicha revolución molecular solamente es posible en plural, sumando muchas revoluciones moleculares, muchas prácticas más que una teoría, desarrollando una nueva forma de hacer política que “se convierte en revolucionaria desde el momento en que vincula toda transformación social a una transformación en la economía del deseo”.

La revolución en un contexto actual

Este modelo del que habla López, estima que es posible implementar un nuevo modelo de acción revolucionaria horizontal que, de manera gradual y cotidiana, normalice las disposiciones y conductas en orden para alterar el estado de normalidad social del sistema dominante para derogarlo y sustituirlo.  Esto es posible a través del caos y el cese del flujo de normalidad.

El nombre se debe, primero, porque es revolucionario, tal como todos los que han ocurrido en la historia. Molecular, porque a diferencia de todas las revoluciones que ha habido en el mundo, los actores de esta filosofía son indistinguibles uno de otros, por lo que se hace casi imposible saber contra quién se lucha. No hay verticalidad, coordinación centralizada.

Finalmente, es disipada porque los actores se coordinan para la acción, pero luego se disipan, lo que impide hacerles seguimiento.  De esta manera, el fenómeno deconstructivo termina operando no solamente en la izquierda, sino también en la derecha que, sin siquiera advertirlo, termina aplicando conceptos que son propios de la deconstrucción y, por tanto, del comunismo.

Esto perfectamente puede advertirse con la llamada globalización que se instituye mundialmente. En tal sentido, Alexis López hace referencia al concepto de “democracia participativa” que comenzó a escucharse como parte del discurso de la izquierda en todos los países, en contraposición al mero concepto de “democracia”.

El llamado que se ha venido manteniendo en Colombia durante las marchas es a unir esfuerzos no violentos alrededor de la institucionalidad, así como participar de la toma de decisiones aportando otros enfoques, perspectivas y experiencias.

Si bien, el derecho a marchar es legítimo y constitucional, el derecho a preservar la vida también. Actos de violencia no justifican los medios y se deben lograr consensos que beneficien a todo el país en medio de una crisis económica tan grande por cuenta de la pandemia.

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