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¿Estamos en guerra? Colombia gastará 4 mil millones de USD en aviones de combate

 Según parece, por razones de seguridad nacional, el Gobierno busca renovar la flotilla de aviones de combate con una inversión que podría llegar hasta los 4.000 millones de dólares, una compra que, aunque son conscientes de ser polémica, indican que es necesaria.

Una investigación realizada recientemente por Revista Semana menciona que Colombia enfrenta una serie de amenazas externas a su seguridad nacional como los casos de espionaje por parte de países como Venezuela, Rusia y Cuba. 

Adicional a ello, el país sigue enfrentando un desafío interno por cuenta de las disidencias de las Farc, las bandas criminales y el narcotráfico. Hoy los equipos con que cuentan las Fuerzas Armadas son realmente obsoletos para afrontar cualquier agresión externa.

Ante esto, el Gobierno de Iván Duque tomó la decisión de renovar la flotilla de aviones de combate con que se cuenta para enfrentar estos riesgos. En los próximos meses se cerrarán las negociaciones para la adquisición de 24 aviones nuevos de combate, de última generación, que blindarán a Colombia de cualquier amenaza.

Actualmente, la Fuerza Aérea cuenta con 23 aviones Kfir, de fabricación israelí, con más de 30 años de uso y que en diciembre de 2023 quedarán fuera de servicio. Estas aeronaves no se fabrican desde 1986 y, por tanto, conseguir sus repuestos y garantizar su mantenimiento generan elevados sobrecostos. Colombia es hoy el único país que utiliza todavía este tipo de aviones de combate.

El valor de una hora de vuelo en uno de estos aviones es de poco más de 16.000 dólares, es decir, cuesta unos 56 millones de pesos aproximadamente, mientras que, en el caso de una aeronave nueva, ese valor puede ser de 9.000 dólares (unos 32 millones de pesos).

Las características de los Kfir, según documentos militares bajo reserva conocidos por el medio de comunicación, se considera que “las capacidades operacionales de estas aeronaves son inferiores a las de la amenaza (integración de armamento, sensores, alcance, tecnología, entre otros)”.

En dichos informes se hace una radiografía sobre la capacidad aérea militar de Colombia frente a la de Venezuela. “Colombia se encuentra en desventaja estratégica ante la flota de superioridad aérea más representativa de la región con los Su-30 mk 2 (o los cazabombarderos Sukhoi) rusos que posee Venezuela; flota que ha tenido una recuperación significativa, pasando de tener una aeronave disponible en 2017 a 12 en febrero de 2021. Así mismo, por el apoyo ruso, se estima que al finalizar este año cuenten con 16 aeronaves listas, lo cual lo consolidan como el país con superioridad aérea de la región”.

Ante este panorama, el Gobierno Duque viene adelantando conversaciones con Suecia, Francia, España y Estados Unidos para modernizar sus aviones de combate. En el mercado hay cuatro propuestas sobre la mesa: Gripen NG, Rafale, Eurofighter y F-16 Block 70. Además de 24 aeronaves nuevas, el país necesita adquirir radares de mayor capacidad, incorporados en el proyecto, que también incluye el incremento de las capacidades de vigilancia y dos aeronaves de alerta temprana que cubrirán todo el espacio aéreo nacional.

En los próximos días se hará la publicación de la notificación del Congreso de Estados Unidos autorizando a Colombia para adquirir la nueva plataforma hasta por 4.500 millones de dólares. El Departamento de Estado de Estados Unidos dará vía libre para que Colombia compre los aviones que ofrece ese país y su sistema de armas. El Gobierno piensa hacer esta millonaria adquisición con un plan de pagos de entre siete y diez años.

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El gran interrogante es por qué si en 2012, en el Gobierno Santos, se iniciaron los estudios para la adquisición de la nueva plataforma de superioridad aérea, esta renovación no se hizo.

Lo cierto es que no sólo pesaron las restricciones presupuestales, sino que definitivamente también habrían influido las decisiones políticas en torno al proceso de paz que se desarrollaba con las Farc y por eso la modernización se aplazó, dejando al país al borde de perder “la capacidad disuasiva, defensiva y ofensiva ante una posible agresión externa”, según el documento.

“Colombia no puede darse el lujo de perder esta capacidad defensiva y disuasiva, ya que el costo económico de no tenerla podría ser muy superior frente a una agresión y no estar en la capacidad de proteger los activos estratégicos de la nación”, señala el informe de las Fuerzas Armadas.

Aunque habrá polémica por esta compra, porque algunos no entenderán que en medio de las grandes necesidades que afrontan los colombianos por la pandemia el Gobierno invierta 4.000 millones de dólares en armamento, hay una realidad y es que la seguridad nacional no se puede descuidar.

Las amenazas son reales. En diciembre, la Cancillería tuvo que expulsar a dos diplomáticos rusos, Aleksandr Nikolayevich Belousov y Aleksandr Paristov, tras comprobar que desarrollaban actividades de espionaje en territorio colombiano. También han sido detectados equipos satelitales de alto alcance con capacidad para interceptar comunicaciones desde la frontera con Venezuela y cubrir todo el país.

En poder del Gobierno, igualmente, hay un dossier que revela las supuestas andanzas de algunos cubanos, quienes tendrían en marcha una estrategia de injerencia en Colombia y una preferencia electoral por al menos un aspirante a la presidencia, al que buscarían ayudar para tratar de consolidar un bloque de izquierda en la región.

A eso se le suman la grave situación generada por el narcotráfico; la presencia de los exjefes de las Farc Iván Márquez, Jesús Santrich, Romaña y el Paisa en Venezuela; el litigio sobre San Andrés y el discurso beligerante de Daniel Ortega en Nicaragua. Todas esas son razones válidas para que Colombia modernice flota de aviones de combate y pueda garantizar la seguridad de los colombianos.

Fuente: Semana

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