¿Es el capitalismo enemigo de la sostenibilidad?
“El capitalismo es incompatible con la conservación de la naturaleza”
¿Es el capitalismo enemigo de la sostenibilidad? El capitalismo impulsó las revoluciones industrial, tecnológica y verde, remodeló el mundo y sacó a cientos de personas de la pobreza en los últimos dos siglos, aumentó el nivel de vida y llevó al desarrollo de innovaciones que mejoraron el bienestar humano.
En una encuesta realizada por Edelman en 2020 a nivel mundial, el 57% de las personas dijeron que «el capitalismo tal como existe hoy hace más daño que bien en el mundo».
Se sostiene que este sistema de producción y consumo amenaza la integridad ecológica de la biósfera con problemas como el cambio climático, la contaminación, el agotamiento de los recursos naturales o el declive de la biodiversidad.
La humanidad frente al capitalismo- ¿Es el capitalismo enemigo de la sostenibilidad?
Si bien algunos ya han empezado a abrir los ojos y reaccionar frente al tema, el mundo se ha visto alterado por una expansión sin precedentes del consumo y del comercio, a eso se suma el aumento de la población y un crecimiento urbanístico sin precedentes.
Como consecuencia, numerosos problemas ambientales han emergido con fuerza cuya afección podría comprometer el porvenir de la humanidad en las próximas décadas.
Por ejemplo, las concentraciones atmosféricas de CO2 han incrementado y en los años venideros nos enfrentemos a la pérdida total del hielo marino, olas de calor, sequías y tormentas que podrían hacer inhabitable gran parte del planeta.
¿Existe el crecimiento verde y sostenible?
Las políticas internacionales en materia ambiental no están logrando solucionar los principales desafíos socio-ecológicos. Sin embargo, hay dos realidades a las que se enfrenta la sociedad.
Por un lado, se sabe que, a mayor desarrollo y niveles de consumo, van a existir daños ambientales, además, las empresas, con el fin de reducir costos, poco buscan desarrollar procesoso amigables y sostenibles para los ecosistemas.
En segundo lugar, esta libertad económica significa mayor desarrollo y mayor calidad ambiental porque así lo demandan los consumidores y, quienes se preocupan por ello, han emprendido carreras para traer soluciones amigables con el planeta.
Una visión que combina medio ambiente y economía.
Al combinar datos de calidad ambiental con datos de libertad económica, la historia es muy diferente. Los países con más libertad son los de mayor calidad ambiental.
Si clasificamos a los países de mayor a menor libertad económica (más y menos capitalistas), observamos cómo los países con mayor puntuación, más libres, son los mismos países con las puntuaciones más altas en el Índice de Desempeño Ambiental.
Hay teorías que explican cómo los países más libres, además de ser los más prósperos, tienden a cuidar mejor el medio ambiente.
Del mismo modo, existen teorías contrarias: a mayor libertad económica, más degradado el medio ambiente.
Con los datos disponibles, la teoría más cercana a la realidad es la que afirma que a mayor libertad económica se generan mejores resultados ambientales.
A medida que avanza el capitalismo, también lo hace la calidad del entorno físico.
Transición al Eco-capitalismo
Con la población mundial creciendo y su bienestar mejorando, los mercados responden al aumento de la demanda de artículos de primera necesidad.
Esto incentiva a los productores para que produzcan más o exploren nuevas e innovadoras formas de extraer recursos. Están obligados a realizar un proceso de producción más eficiente.
La idea del eco-capitalismo fue adoptada para satisfacer dos necesidades:
- Generar beneficios para las empresas en una sociedad capitalista.
- Adoptar medidas para hacer frente a un medio ambiente en dificultades afectado por la actividad humana.
Ante estos cambios, las empresas han empezado a abordar temas ambientales. Una parte quiere corregir el fallo del mercado que observa la contaminación como una externalidad que ha permitido que las empresas minimicen el grado de responsabilidad.
Para corregir esta falla, el eco-capitalismo tendría que asumir el costo. Es decir, el mercado se vería obligado a incluir el valor de la contaminación en sus gastos. Este tipo de sistemas pueden crear consumidores más conscientes con el medio ambiente.
La mentalidad de «comprar nuestro camino hacia la sostenibilidad» ha alentado el desarrollo de la agricultura ecológica, la energía renovable, las certificaciones ecológicas y otras prácticas respetuosas con el medio ambiente.
Actualmente, los consumidores tienen más lealtad a la marca y están dispuestos a pagar precios más altos por un producto sostenible.
Es claro que toda actividad tiene algún impacto en el planeta, pero permitir que los mercados funcionen y las economías crezcan es nuestra esperanza para avanzar hacia una mayor sostenibilidad.
Lo cierto es que los problemas ambientales y sociales que padecemos ahora y en un futuro están interconectados y las soluciones han de ser universales y estar orientadas hacia la justicia social, la sostenibilidad ecológica y el bienestar de la humanidad.