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Educación privada ¿servicio exclusivo de las clases más pudientes?

¿Es posible que la educación privada sea una alternativa para los pobres? Normalmente se cree que la educación privada es un servicio al que únicamente pueden acceder las clases altas o medias.

Sin embargo, el estudio realizado por James Tooley y Pauline Dixon, demostró que sí es posible que los más pobres accedan a la educación privada y de calidad. Los resultados de la investigación que duró dos años en India, Ghana, Nigeria y Kenya, fueron reseñados en el libro La educación privada es beneficiosa para los pobres.

Los datos fueron adquiridos a partir de la realización de un censo de escuelas públicas, privadas subsidiadas, privadas no subsidiadas con registro y privadas no subsidiadas sin registro en regiones de bajos ingresos. Por otro lado, se realizaron pruebas de inglés y matemáticas a 4 mil niños, así como otras para medir el coeficiente intelectual a docentes y alumnos.

Allí demostraron que las escuelas privadas no reconocidas o registradas, pueden constituir un elemento importante para llegar a los pobres y satisfacer sus necesidades educacionales. En País Posible quisimos hacer una interpretación narrativa y este fue el resultado.

Érase una vez, en algún lugar del mundo, una ciudad que aparentemente gozaba de lo básico para subsistir, sus habitantes no conocían más allá de lo que las barreras les permitían ver y sus aspiraciones para sobrepasarlas parecían quedar fuera de su alcance.

Los más pequeños se reunían en el parque a escuchar a los más ancianos contar relatos y leyendas de antepasados sobre la educación privada, nadie sabía con exactitud qué era, pero según contaban era exclusiva para las élites y los más ricos, un elemento importante para satisfacer las necesidades intelectuales de quienes la recibían.

Mientras uno de los ancianos seguía con su historia, Juan de tan solo 12 años, miraba a su alrededor.

Él se sentía diferente a los demás y sabía que el entorno donde vivía parecía inequitativo con respecto a los que estaban del otro lado de la barrera y entendía que lo que decía el viejo Sabio podría ser una realidad para los más pobres también.

Educación privada

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Mientras tanto en su cabeza rondaba una idea ¿será posible que la educación privada sea una alternativa para quienes tienen ingresos bajos? Y se decía para sí mismo, sí, sí es posible.

Así que Juan le preguntó a la directora de su escuela por qué no le agregaba al letrero de la entrada algo tan simple como ‘Escuela Privada’.

Ella lo miró a los ojos y al ver la inocencia y el entusiasmo que de ellos emanaba sentía que no podía mentirle y solo se resignó a decir: ‘Juan, la calidad de las escuelas privadas no registradas o no reconocidas es inaceptable en la sociedad, y es necesario que las autoridades gubernamentales las regulen minuciosamente, si no están expuestas al cierre definitivo, como pasaría con la nuestra’.

Pasaron los años y a Juan nunca se le olvidó la respuesta de su directora.

Al crecer se convirtió un maestro para los niños de su comunidad y se propuso mostrarle al mundo que ella se equivocaba y que las escuelas privadas podían ser un elemento importante, aunque no reconocido, para llegar a los pobres y satisfacer sus necesidades educacionales.

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Juan leyó todos los libros de donde los ancianos sacaban esas leyendas que de niño escuchó con atención y pensó que todos esos mitos eran las verdaderas barreras, pues siempre dijeron que la educación privada sólo era para los pudientes, o que si la educación se privatiza los pobres no tendrían acceso al servicio.

Otros decían que la calidad del aprendizaje que imparten las escuelas privadas no registradas que existen es inferior a la de las escuelas públicas, que era necesario regular a las escuelas privadas para que fueran de calidad; o que la educación pública es la única alternativa para los pobres y que para lograr el objetivo de educación universal es a través del monopolio estatal de la educación.

Juan no podía creer eso. Sin embargo, se sentía motivado a pesar de que en la escuela donde trabajaba, que, si bien era una Escuela Privada no registrada en un área de bajos ingresos, cobraban una mínima cantidad por la colegiatura y pagaban muy poco a los docentes y se preguntaba por qué, si su labor era la misma o similar a la de otros.

Y si bien el salario promedio que recibían los maestros en las escuelas públicas era tres o cuatro veces mayor que el suyo, eso no lo desmotivaba. Siempre supo que, además de los gastos en salarios a los maestros, las escuelas públicas requieren una costosísima burocracia estatal, mientras que eso en las escuelas privadas no subsidiadas se logra con un gasto en docente considerablemente menor.

A pesar de esta situación él y los otros maestros se esmeraban por ofrecer una educación de calidad.

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El esfuerzo y el entusiasmo que Juan replicaba en los demás, hacia ver que la educación privada no subsidiada no era un problema, más bien era una fortaleza.

Además, querían demostrar que el talento emprendedor que tenía su comunidad podía contribuir al mejoramiento de la educación en diferentes áreas.

Para Juan y el resto de los maestros recibir un bajo salario no era una decepción, pues su mayor orgullo era ver cómo sus alumnos tenían un mejor rendimiento en áreas como matemáticas, inglés, lengua materna y otras adicionales con puntajes entre los 22 y 29 de su coeficiente intelectual, comparado con otros chicos que asistían a escuelas públicas o las privadas registradas que tenían valores inferiores a los 22 puntos.

Para sus adentros él pensaba que resultados eran reflejo del ausentismo docente en las escuelas públicas. Ambos tipos de escuelas privadas, las reconocidas y las no reconocidas, resultaron superiores a las escuelas públicas en todos los aspectos que influía en el aprendizaje de los niños, entre los que se contaban la disponibilidad de pizarras, patios, escritorios, agua potable y baños separados para niños y niñas.

Juan había notado que de las escuelas públicas que conocía en su ciudad que disponían de pizarras en todas las aulas representaban el 78%, mientras que las privadas reconocidas representaban el 96%, y las no reconocidas, el 94%. Sólo la mitad de las escuelas públicas un 52% ofrecía a los niños baños en funcionamiento, en comparación con el 97% de las escuelas privadas tanto reconocidas como no reconocidas.

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Adicional, la mayoría de los padres con bajos recursos elegían para sus hijos escuelas privadas sin registro porque se sentían satisfechos de ver jóvenes con altos puntajes en sus exámenes, sabían que se convertirían en el futuro para su comunidad y dejaba a la escuela bien posicionada ante la mirada de los incrédulos.

Este joven que desde muy pequeño supo que la única forma de salir adelante era a través del aprendizaje de cosas que otros no se imaginaban que existían, quería adquirir conocimientos únicos y que aportaran habilidades que a futuro pudieran implementarse en la sociedad y todo eso lo logró.

Ahora como maestro, su labor es impartir clases con el mismo entusiasmo y con un nivel significativamente más elevado, de calidad.

Hoy por hoy Juan tiene la satisfacción de que la escuela privada no registrada donde trabaja haya implementado la educación de calidad y no creer en lo que muchas entidades decían y lo que otros criticaban.

Pero él no se quiere detener allí, sabe que se está haciendo viejo y los relatos que un día contará en el parque serán diferentes, serán historias que inviten a los más jóvenes a luchar por su educación, la calidad de esta, sus sueños y el futuro que lograrán con ellos.

Actualmente muchos niños asisten a escuelas privadas no reconocidas y eso lo hace feliz, pues lo que significa que el acceso a la educación puede ser mucho más fácil de lograr de lo que se cree.

Educación privada

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Con su iniciativa y la ayuda de quienes se quieran sumar podrían reducir la proporción de niños no escolarizados hasta en un 50%.

Para Juan y su comunidad es de gran valor contar con las escuelas privadas no registradas ya que le resta los prejuicios a quienes presumen que la educación privada es un servicio que sólo es para las clases altas o medias y no para los pobres.

Este maestro dejo entrever que la calidad de la educación impartida supera con creces la de otras instituciones y los padres de los niños también dan cuenta de ello. No hay duda de que las escuelas privadas para familias de ingresos bajos pueden mejorar aún más.

Pero, sobre todo, la existencia de las escuelas privadas y su contribución a la educación para todos son motivos de celebración.

 

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