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Historia de Cuba, lo que pudo ser un paraíso

Historia de Cuba. Hace pocos años, meses antes de que Raúl Castro dejara la presidencia del Consejo de Estado del gobierno de Cuba, Richard Feinberg, analista de la School of Global Policy & Strategy en San Diego, California, dijo una frase que puede hacer entender la crisis que viene viviendo esta isla:

“En la actualidad muchos cubanos están más interesados en el desempeño económico del país a futuro y en el aumento de las oportunidades para mejorar el bienestar de sus familias y comunidades que en la reiteración de historias heroicas.”

Esta sentencia es una realidad objetiva, pues el cubano no vive de historias patrióticas, cuentos de heroísmo y narrativas utópicas de la construcción de una sociedad solidaria que vive en gran bienestar. El cubano, como cualquier otro ser humano, tiene la necesidad de alimentarse, de alimentar a su familia, de proveer un techo a sus hijos y un bienestar a estos. Poco les importa el modelo económico, solo les importa que ellos y sus familias puedan tener comida en la nevera y en la mesa todos los días.

Sin embargo, esto es algo que está cada vez más alejado de la realidad de los cubanos. Solo en el gobierno de Raúl Castro (2008 – 2018) la economía se comportó de manera decepcionante: una persistente escasez de productos de consumo básico, racionamiento energético, inflación de precios que lleva a que los sueldos de los empleados públicos no cubran siquiera las necesidades básicas del hogar.

A pesar de que la isla se ha venido abriendo, en los últimos años, a permitir la participación del sector privado en la economía, todavía existen innumerables restricciones oficiales y ya parece que tal apertura no les gusta mucho a los dirigentes, pues estos permisos para emprender (como si una sociedad libre necesitara permisos para hacer negocios) se han venido limitando desde mediados de 2017.

Cuba sigue siendo un Estado extremadamente centralizado, autoritario y totalitario, que ve como una amenaza cualquier acción individual que no esté bajo su control y por tanto busca concentrar todas las decisiones en la punta de la pirámide del Consejo de Estado controlado completamente por el Partido Comunista de Cuba.

Pero la carestía generalizada no es algo reciente, sino que tiene sus orígenes precisamente en ese exacerbado totalitarismo de la dictadura cubana desde su inicio en 1959.

Una corta historia económica de Cuba

Si nos remontamos a principios de siglo XX, luego de la ocupación militar estadounidense iniciada en 1898 —terminada la guerra con España—, la isla tuvo un crecimiento económico envidiable. Desde 1900 hasta 1925 su crecimiento promedio anual fue de 8%, basado fundamentalmente en la industria azucarera que termina siendo su principal producto de exportación, siguiéndole el tabaco.

Para esos años la inversión extranjera se cuadruplicó, con capital venido de Estados Unidos y Gran Bretaña, principalmente. Adicionalmente, la inmigración aportó talento y mano de obra necesaria: entre 1910-1914 arribaban a Cuba 37.000 personas al año; entre 1915-1919 llegaban 51.000 al año.

Crisis de la historia de Cuba

La crisis del 29 fue especialmente fuerte en Cuba, pues dependía en gran medida de sus exportaciones azucareras y si por fuera dejaban de comprar entonces no tenía dinero para saldar sus cuentas. Esto generó una primera revolución, mucho menos conocida, en 1933 por parte de los militares, liderados por el Sargento Fulgencio Batista. Sin embargo, esta toma de poder, no significó ningún cambio sustancial en su política económica.

Batista no tomó el poder inmediatamente y dejó que perviviera el sistema democrático, aunque, obviamente, bien controlado tras bambalinas. Solo fue hasta 1952 que Batista destruyó lo que había de democracia y fue ahí, desde ese año, que la oposición empezó a organizarse para botarlo del poder.

Desde 1933 y hasta 1950, se notó en la economía cubana cierta diversificación productiva, que llevó a un crecimiento promedio anual de 5%. Pero persistió la industria azucarera como la principal base de crecimiento de la isla. Para 1950, el intercambio comercial era ocho veces mayor al que se tenía en 1932. Es decir, una economía bullante, con un superávit comercial de 127 millones de dólares.

Este crecimiento no diezmó en los años siguientes. Entre 1950 y 1952 se registró un significativo crecimiento económico de 10% promedio anual. Sin embargo, ya para 1953 se dio una sobre oferta de azúcar y el crecimiento se desaceleró, llegando solo a 1,7% promedio anual entre este año a 1956.

Pese a lo anterior,  la historia de Cuba se encontraba en quinto lugar en ingreso per capita en el hemisferio, tercero en expectativa de vida, segundo lugar en la propiedad per cápita de automóviles y teléfonos, y primero en número de televisores por persona. El alfabetismo era del 76%, muy alto para la época, llegando a tener el cuarto puesto en la región de Latino América.

De nuevo, en 1957, dos años antes de la Revolución Cubana, la economía de la isla vuelve a dar un brinco del 14%, a causa, sobre todo, del aumento de los precios del azúcar. Todo esto tiene un abrupto final en 1958 con el inicio de la guerra en la isla.

Es verdad que antes de 1959 había grandes desigualdades, una importante masa de cubanos, particularmente los de las zonas rurales, vivían en la pobreza abyecta, quienes además de no tener para comer, mucho menos tenían servicios de salud básicos, ni educación. Sin embargo, la Revolución Cubana no significó un cambio para bien.

A partir de 1959 el gobierno comenzó a tener un papel destacado en la actividad productiva y en el proceso de asignación de recursos; el gobierno empezó a planificar el brazo productivo de la isla, fomentando nuevas industrias y aplicando la infame política de sustitución de importaciones. Y sin embargo, el superávit comercial que tanto destacaba a Cuba se revirtió completamente en cuestión de 2 años de revolución, llegando a darse un déficit de 322 millones a consecuencia de una caída de las exportaciones.

Tal sustitución de importaciones se debió abandonar en 1964 y se buscó la diversificación de exportaciones. Sin embargo su supervivencia durante las siguientes décadas se debió sobre todo a condiciones preferenciales que posibilitaban la adquisición de petróleo barato proveniente de la antigua Unión Soviética y la venta a este de azúcar a precios altos.

Esto llevó a que entre 1964 y 1970 se diera un crecimiento anual promedio de 4,2%. Para 1971 el crecimiento aumentó hasta el 7,5% anual, gracias al incremento de clientes socialistas detrás de la Cortina de Hierro en la historia de Cuba.

Este crecimiento aupado por sus clientes socialistas empezó a llegar a su fin a mediados de los ochenta con la crisis de los países del Consejo de Ayuda Mutua Económica integrado por los Estados socialistas. Para 1991, con la desaparición de la URSS, Cuba se quedó definitivamente sin mercados, ni financiamiento exterior. La caída del PIB desde 1990 permitió estimar que la historia de Cuba vivía un 12% por encima de sus posibilidades gracias a la ayuda de la URSS.

El PIB per cápita cayó un 52% entre 1989 y 1993. La deuda externa llegó a ser la mayor de América Latina en términos per cápita. Creció la oferta monetaria para asumir el déficit fiscal y con ella se desbocó la inflación. Cuba debió hacer frente a la crisis mediante una tímida reforma de liberalización conocida como “periodo especial”, sin embargo fue pronto abandonada en 1997, al resultar amenazante la iniciativa privada. La eterna esquizofrenia de la dictadura cubana.

El régimen desesperado, para 2002, vio en Venezuela el salvavidas que necesitaba para sostenerse, obtener capital y petróleo.

Llegando al inicio de esta historia, la presidencia de Raúl Castro desde 2008, que Feinberg califica como “profundamente decepcionante”.

Han sido constantes en la vida de Cuba, sobre todo de estas dos últimas décadas la escasez de alimentos, los cortes de energía y la inflación. Crisis que terminó de ahondar con la pandemia que vive actualmente el planeta.

 

 

 

 

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