Tras el cese temporal del paro ¿qué le espera al país?
El pasado martes 15 de junio, el Comité del Paro Nacional, le dio un respiro al país anunciando un cese temporal del paro a las movilizaciones y bloqueos, lo que algunos interpretaron como una admisión al argumento que el Gobierno sostuvo desde el principio del paro, al considerar que Colombia estaba en el peor pico de la pandemia y no era momento para protestar.
Y a pesar de tantos acontecimientos que perturbaron la tranquilidad y la cotidianidad de millones de ciudadanos, se podría pensar que el país ha entrado en una fase de crisis en diferentes sectores económicos, pero también se puede considerar que hay cambios políticos y sociales cuyo desenlace va a determinar las acciones en los próximos años.
Después de 50 días de manifestaciones, el gobierno ha desplegado fuerzas excepcionales para dar paso a diálogos locales que hasta el día de hoy buscan atender necesidades puntuales que dieron origen al estallido social en los territorios.
El panorama que deja por el momento el paro es que a muchos les quedaron claras las intenciones de la oposición, al recordarnos que siguen creyendo en “todas las formas de lucha” para llegar y perpetuarse en el poder. Por otro lado, nos dimos cuenta de que los métodos violentos no son la solución y que para pelear se necesitan dos, ante tanta violencia todos nos cansamos, todos sufrimos y decidimos decir ¡Basta ya!
Actualmente los colombianos nos encontramos en la búsqueda del cambio sin más, el cambio por el cambio, de romper las bases sin siquiera pararse a pensar si son necesarias para la convivencia de la sociedad, sin considerar si las bases que las van a remplazar son o no mejores o peores.
Esto no quiere decir que Colombia es un paraíso para vivir, ni que lo que se necesita para mejorar son ciertos ajustes técnicos aquí y allá, para nada. Lo primero que se necesita para trascender la queja es asumir que existen problemas, pero sobre todo comprender cómo estos pueden solucionarse, qué papel tiene cada actor. Salir del resentimiento y dirigirse a la acción, pero a la acción bien encausada.
Si queremos, podemos
En estos dos meses, le dejamos ver al mundo que no estamos bien, que las desigualdades en el país existen y necesitamos ayuda para que los niveles de pobreza y desempleo disminuyan, para que el sostenimiento de la sociedad salga adelante.
Ese cambio que tanto necesitamos es porque la forma como estamos resolviendo estos dos temas que tanto aquejan a los colombianos no son los correctos. Es claro que la solución tampoco está en regalar subsidios que tapen inconformismos, sino en la fuerza laboral, en la creación de oportunidades, de instituciones educativas o proyectos a largo plazo.
Ante esta realidad estamos obligados a diseñar y ejecutar estrategias novedosas, así como desarrollar tácticas de concientización social en la que todos nos sintamos partícipes de las decisiones que vayan surgiendo. Una de esas estrategias debe empezar por resolver esa falsa idea de que la causa de la pobreza se debe a los ricos o a los empresarios y porque no hay suficientes oportunidades para conseguir trabajos dignos, entendiéndose como tales aquellos que den la oportunidad de vivir de manera íntegra.
Esto nos indica que a pesar de la crisis de salud pública que se vive a nivel mundial, tenemos la capacidad para reinventarnos y levantarnos, muchos han visto oportunidades donde no las había y, además, estos nuevos empresarios y emprendedores le están abriendo las puertas a quienes necesitan salir adelante, aprender nuevas habilidades y hacer parte del motor de la economía del país.
Las cifras del Registro Único Empresarial y Social (Rues), hablan por sí solas, pues con la información recopilada de 57 Cámaras de Comercio del país, y entre enero y marzo de 2021 indica que se crearon en el país 96.431 empresas, 9,3% más que en el mismo periodo de 2020, cuando la cifra fue de 88.248 unidades productivas.
Reestructurar para avanzar
En lo referente a la educación, debemos realizar una reestructuración que haga énfasis en áreas que fortalezcan las habilidades y el razonamiento que contribuyan al crecimiento económico dadas las condiciones actuales de la pandemia. Esta educación debe estar orientada a aumentar el número profesionales con capacidades para dar solución a problemáticas y desarrollar nuevas áreas que requieran más fuerza laboral.
En los últimos estudios hechos por el DANE se encuentra que en 23 ciudades y áreas metropolitanas entre diciembre de 2020 y 2021, el porcentaje de jóvenes de 14 a 28 años que no están ocupados en el mercado laboral y no se encuentran matriculados en un plantel educativo es del 34,2% para el caso de las mujeres, mientras que en los hombres es del 20,3%. Estos datos evidencian un incremento de las brechas de género y de desigualdad en las principales áreas urbanas del país.
Esta generación de empleo debe ser de manera prioritaria y hay que desarrollar todas las condiciones que estimulen la creación de nuevas empresas y emprendimientos. No es el Estado el responsable de crear empleos; los empleos estatales, en su gran mayoría, no generan riqueza, y mientras no se cree riqueza es difícil lograr un aumento significativo de empleos dignos. Sería más importante la generación de empleo que la recaudación de impuestos o al menos que estos fueran destinados a proyectos puntuales y prioritarios. Es por esto por lo que el enfoque del Estado, frente al sector privado debe cambiar; el Estado debe ser el gran aliado de la empresa privada.
Hoy en día en un mundo globalizado, las empresas se establecen donde las oportunidades de generar utilidades sean las mejores. Es por esto por lo que debemos tener claro que es preferible tener tasas impositivas más bajas si a cambio se logra una mayor generación de oportunidades, riqueza y bienestar.
Las anteriores estrategias deben ir acompañadas de la lucha contra la corrupción, una reforma a las ramas legislativa y judicial del Estado, una reforma a la salud, una reducción en los gastos Estatales, y una mejora en la seguridad para los ciudadanos.
Participación ciudadana en el cese del paro
Este país es una de las democracias más estables de Latinoamérica; lo mismo se puede decir de su estabilidad inflacionaria, siendo uno de los pocos países de la región que no ha sufrido una crisis de hiperinflación. Desde hace veinte años su crecimiento económico no había sido interrumpido en ningún año, lo que significó una reducción de la pobreza a la mitad de lo que reportaba en 2010; cosa que solo cambió a causa de la pandemia que seguimos padeciendo, algo que es general en prácticamente todo el planeta.
Son varias las causas que pueden incidir en la debilidad de nuestra democracia, pero lo cierto es que el abstencionismo político que ha rondado cerca del 50% en las últimas dos décadas, según cifras de la Registraduría Nacional, dan muestra de una apatía política que ha llevado a una crisis de representación ciudadana, materializada en la poca renovación política de las instituciones públicas en el país y en general al interior de las organizaciones gubernamentales.
Gran parte de eso se debe a que los ciudadanos no se sienten representados con las organizaciones políticas. Por ello, la invitación es a generar espacios de conocimiento que generen confianza en las instituciones, aprender el funcionamiento de los partidos políticos, representación política, cómo funciona el sistema democrático. Debemos plantear una reforma política que recoja las necesidades y condiciones de nuestro territorio para reformular las condiciones y formas en las que pueden participar los ciudadanos.
Dicha transformación debería estar dirigida no solo a ampliar los actores que intervienen en el sistema político sino a generar medidas, diseños institucionales y de cultura política que promuevan la más amplia participación política de la ciudadanía. Para ello, se deberían generar acciones de pedagogía electoral, plantear mecanismos que garanticen la intervención de todos los ciudadanos sin importar su lugar de residencia, conformar agrupaciones y organizaciones políticas, aun cuando estas puedan ser contrarias al partido u organización de turno.
Lo que se viene para Colombia es grande y siendo optimistas, está en las manos de cada ciudadano hacer que esto se materialice, necesitamos un país posible ahora, no en décadas o que todos estos cambios queden en reformas futuristas esperando a que salgan del papel algún día. El cambio está en cada uno, en la forma de actuar y de pensar. Somos un país ‘echado pa’ lante’ como se dice coloquialmente, tenemos el potencial para hacerlo y vamos a lograrlo.