Impuestos para los más ricos: Un arma de doble filo
Impuestos para los más ricos. Cada tanto, sobre todo en época preelectoral, como la que está viviendo hoy Colombia, políticos de toda orilla política inician sus campañas políticas y empiezan a enunciar algunas de sus propuestas.
Entre estas, no puede faltar la vieja propuesta confiable de siempre: cobrar más impuestos a los más ricos. Esta propuesta es segura y muy popular para llamar más adeptos, pues se le asegura al elector que él no va a sufrir un ápice por las reformas tributarias que haga un eventual gobierno dirigido por ese político. En otras palabras, quien se hará cargo serán otros, unos pocos, los más privilegiados.
Hagamos dos preguntas: ¿cuánto están pagando actualmente los más ricos en Colombia?, y ¿es una política eficaz y realizable subirle los impuestos a los más ricos?
En todos los países existe hoy en día una tendencia a gravar los ingresos más grandes con tasas más altas que los ingresos más pequeños. Colombia no es la excepción, pues la idea es que la tasa gravable sea progresiva conforme se van incrementando los ingresos.
De ahí, ya se puede responder la primera pregunta: según datos de la DIAN, el 1% más rico de todos los colombianos aporta el 38,3% en el impuesto de renta. Colombia recauda por este impuesto cerca de 13 billones de pesos todos los años; es decir que los más ricos del país están pagando más o menos 5 billones de pesos todos los años, solo en concepto de este impuesto.
Este selecto grupo del 1% también aporta el 19,% del impuesto por ganancias ocasionales, 12% en rentas líquidas no laborales, 9,8% de rentas de capital y 6,6% en recaudo por dividendos.
Aunque se podría pensar que los más ricos del país estarían pagando su “justa parte”, muchos analistas que consideran que esto no es suficiente, mencionan que se debe a que muchos ingresos no pagan impuestos, como los dividendos cuando son repartidos como acciones, las herencias que pagan tasas del 10%, los avalúos catastrales que valoran las propiedades en precios mucho menores, entre otros temas.
Pero ahí viene la segunda pregunta ¿es eficaz subir más impuestos a los más ricos?
Para empezar, el sistema tributario de Colombia es uno de los más complejos y complicados de entender. Actualmente el Estatuto Tributario tiene más de 930 artículos, los cuales se han venido modificando incesantemente desde hace más de 30 años. Son muy pocas las personas en el país que entienden de manera íntegra el sistema tributario. De ahí que sea relativamente fácil para la población más rica contratar algunos expertos, a duchos maestros que se sienten como pez en el agua entre toda esa maraña normativa, con el fin de encontrar una cláusula, una excepción, un beneficio con tal de que sus empleadores puedan pagar menos impuestos.
En últimas no se necesita otra reforma tributaria; se necesita un vuelco tributario, un giro completo al sistema, con muchas menos normas, con muchos menos beneficios sectoriales y con normas mucho más claras y fáciles de entender, sin trampas, sin excepciones. De esta manera, es mucho más difícil hacerle trampa al fisco y el Estado podría obtener más ingresos vía impuestos sin la necesidad de subir impuestos, como los políticos populistas prometen cada tanto.
En segundo lugar, toca tener mucho cuidado con propuestas tan populares, pero descuidadas, de subir impuestos a los más ricos, ya que esto puede traer como consecuencia la reducción de inversiones y creación de nuevos negocios, que son, al fin de cuentas, los que generan riqueza y empleo en la sociedad.
Se necesita dejar atrás esa imagen del tío Rico McPato que guarda todo su dinero en una bóveda y de vez en vez disfruta nadando en él. Los ingresos de los más ricos, al igual que de la gran mayoría de las personas, no se queda quieto y puede decirse que se mueve aún más que los ahorros de otras personas.
Normalmente estos ahorros se reinvierten en sus negocios y empresas o van a parar en la creación de otros negocios y otros proyectos de emprendimiento, muchos de los cuales son de gran riesgo, que no cualquier otra persona estaría dispuesta a tomar. La economía entonces, si se suben los impuestos a la población más rica, puede que no se vea un cambio sustancial de inmediato, pero esta comienza a volverse menos dinámica y muchas veces menos competitiva, al no haber personas dispuestas a arriesgar su capital en aventuras más riesgosas de lo normal.
Finalmente, si se llega a un ambiente en que se empiece a confiscar los ingresos de los más ricos por medio de impuestos de manera que pueda ya convertirse en un abuso, se debe tener en cuenta que son precisamente las personas más ricas de una sociedad las que tienen menos dificultad para esconder su dinero en otros lugares menos confiscatorios o que decidan hacer inversiones en lugares con un sistema tributario más laxo y cordial con los grandes capitales.